viernes, 23 de marzo de 2007

Salsa de tomate

En muchas recetas comento que es mejor usar salsa de tomate natural. Pero si no está preparada, aumenta bastante el tiempo necesario para realizar el plato. Es muy útil tenerla preparada en la nevera ( se conserva en buenas condiciones 4-5 días), en el congelador o embotada de forma casera que se mantiene para todo el año ( o más) si la esterilización está bien hecha. Siempre es conveniente almacernarla por raciones habituales en cada casa y va bien hacerlo en varios tamaños. Es muy útil hacer cubitos de hielo de tomate ( un poco más grandes) para añadir a los guisos que solo necesitan unas cucharadas. Una vez congelados, se pueden almacenar en bolsas de plástico rotuladas y cogerlos en la cantidad que necesitemos (esto es válido para muchas cosas).

La salsa de tomate, admite muchos complementos: cebolla, pimiento de cualquier clase, todo tipo de hierbas ( tomillo, romero, orégano, laurel.....).

La forma más sencilla es a partir de tomate enlatado al natural.

1 lata de tomate al natural, puede ser triturado pero siempre de buena calidad o 1 kilo de tomate maduro, 1 ajo, 2 cucharadas de aceite, 1 cucharilla de sal y 2 de azúcar. Opcional, lo que quieras y/o te guste.

En una sartén ancha, poner el aceite y el ajo pelado y chafado a fuego medio. En cuanto empiece a dorarse, bajar el fuego y añadir la lata de tomate con mucho cuidado para que no salpique. Si el tomate es entero, añadirlo sin el caldo y chafarlo con la pala. Subir el fuego y poner una tapa con orificios para que evapore sin manchar la cocina. Añadir la sal y el azúcar. Dejar evaporar hasta que nos guste el espesor, es mejor dejarla en espesor medio y que luego se evapore más, si es necesario, con el resto de los ingredientes en general.

Si añadimos cebolla, lo haremos a la vez que el ajo, sofriéndola hasta que empiece a estar blanda. La podemos triturar al final de la cocción. Lo mismo con los pimientos. Las hierbas se añaden en cualquier momento.

Si partimos de tomates naturales. Los tomates tienen que estar maduros pero no blandos. Si es por aprovechar algún tomate tocado, quitaremos lo estropeado y pelaremos el resto.
Para pelar los tomates hay varias formas, la tradicional, escaldar o sumergir los tomates unos minutos en agua hirviendo, sacarlos y pelarlos rasgando la piel con una punta de cuchillo y ya casi sale sola. Esto para mi es trabajoso y se tarda bastante rato, solo vale la pena si pelamos muchos. Otra forma es, partir los tomates en dos o tres trozos y procurando escurrir el caldo del tomate, echarlos a un puchero a fuego fuerte. Cuando veamos que las pieles se van desprendiendo, meter la batidora y triturarlos (cuidado con las salpicaduras), no hace falta que quede fino. Pasar por el pasapurés para separar las pieles y las pepitas ( ya no hay pollos que se las coman, luego tirarlas a la basura). Ahora es el momento de freírlo como hemos explicado más arriba. Si os vais a entusiasmar con la conserva casera hay un artilugio llamado pasatutto que lo hace muy bien y cómodo.

Si solo vamos a pelar un par de tomates hay otra técnica que consiste en pasar el filo del cuchillo presionando, perpendicular a la piel del tomate, como si lo estuviéramos rascando en lugar de cortándolo. Luego haremos un corte y teóricamente estirando, la piel se desprende.
De la esterilización, hablaremos otro día si os interesa.

Ver comentario de rallar tomates.

3 comentarios:

Ra y Mon dijo...

Un truco que me enseñó Luis y que no falla es rallar el tomate en un rallador tradicional (de los que se suelen usar para queso). Simplemente calientas un poco de aceite, rallas un (o dos) tomate en un bol, le echas sal, un poco de azucar y hierbas, lo fries 1 minuto y ya tienes un tomate frito casero de lo mas rico.

Anónimo dijo...

muy rico..

mamá dijo...

Efectivamente hay diferencia notable entre la salsa de tomate y el tomate frito comercial. Si haces cantidad no es tanto trabajo extra.